Un programa contra el dengue

Cada dos horas, hay un nuevo infectado con dengue: 636 por día. La catástrofe abarca todo el país, ya causó 10 muertes y Médicos del Mundo calcula que hay 40.000 casos. El poder político intenta ocultar la envergadura de la epidemia. CFK, con la excusa de preservar la "imagen del país en el exterior", bloqueó un proyecto de ley que declaraba el alerta epidemiológico nacional. El gobierno del Chaco prohibió que se informaran nuevos casos. Macri decidió "no dar a conocer el número de enfermos autóctonos ni en qué barrio viven para evitar el pánico" (Perfil, 11/4). Pretenden disfrazar la peste de tragedia natural y de "problema importado" de los países limítrofes. Sin embargo, los culpables están cerca y tienen nombre y apellido. Veamos:
1. El gobierno dice que el dengue fue traído por migrantes de Paraguay, Brasil y Bolivia y el cambio climático. Pero en 12 provincias y en la capital, el dengue es autóctono. Lo saben desde 1997, porque en el Norte aumentaron los casos y se detectó al mosquito vector. Los especialistas alertan desde hace años que el factor clave es el enorme crecimiento de la población de mosquitos. Pero hace diez años que no fumigan. La ministra de Salud, Graciela Ocaña, dice que "el dengue llegó para quedarse" porque el cambio climático sube la temperatura. Pero no dijo que la "tropicalización" es hija de la tala salvaje para ganar más campos para la soja. La deforestación destruyó el hábitat de peces, sapos, murciélagos y bacterias acuáticas que se alimentaban de mosquitos y larvas. El cóctel de agrotóxicos utilizados por los sojeros (300 millones de litros en la última campaña) precipitó la extinción de peces y anfibios. El mosquito se multiplicó por la falta de predadores naturales. En síntesis: ni los migrantes ni la naturaleza. Los responsables son los sojeros y Monsanto, subsidiados por los K. y naves insignia de la oposición.
2. Responsabilidad de las autoridades políticas y sanitarias. El presupuesto para prevenir enfermedades endémicas son 86 irrisorios millones de pesos. Ocaña no contesta si los usó. El Programa Nacional de Vectores -que depende de su Ministerio- debe combatir las enfermedades de transmisión vectorial (como el dengue o la fiebre amarilla), pero "se mantuvo durante los últimos años y actualmente sin recursos, con falta de personal y con nula presencia en los territorios" afectados, denuncia Gonzalo Basile, de Médicos del Mundo. El Ministerio recibió "fuertes advertencias sobre sus carencias para enfrentar epidemias antes de que el dengue se extendiera". El año pasado, la Sindicatura General de la Nación (Sigen) destacó la falta de "control y tratamiento de enfermedades transmisibles por vectores" y señaló "carencia de recursos humanos calificados, movilidad inexistente o vetusta, carencia de presupuestos propios y falta de insumos disponibles ante las necesidades de control de endemias" (La Nación, 8/4). La epidemia desnudó "una política permanente de manipulación de la información epidemiológica" del gobierno nacional y los provinciales que hace imposible "dar fiabilidad a las informaciones de las enfermedades como el Chagas, Leishmaniasis, Tuberculosis, Mortalidad /Desnutrición Infantil, Mortalidad materna, dengue" (ídem).
3. ¿Una enfermedad de todas las clases sociales? Ocaña endilgó la epidemia a "un crecimiento urbano desorganizado". ¿Y quien, si no el Estado, debería haberlo "organizado" construyendo redes sanitarias y viviendas populares? Los campesinos expulsados por la soja hacia los centros urbanos y los sin techo de la ciudad viven en las villas y asentamientos, con aguas estancadas, cloacas y basurales a cielo abierto, sin agua potable o recolección de basura. Sólo en La Matanza, viven dos millones de personas, 50% sin agua potable y 60% sin cloacas. En ese "paisaje urbano" el epidemiólogo Carlos Ferreyra, de la Municipalidad de Quilmes, encontró "un porcentaje muy importante de viviendas inspeccionadas que presentan huevos, larvas, pupas y formas adultas del mosquito Aedes aegypti". ¡Es un Charata potencial donde vive la mitad del país! Por eso el jefe de Infectología del Muñiz, Alfredo Seijo, dijo que "hay 23 millones de personas en riesgo" (La Nación, 13/4). El dengue es más grave si el paciente está desnutrido y se atiende en hospitales destruidos. En 2001, la población sin protección médico-sanitaria en las zonas urbanas era del 46% y en las zonas rurales del 63%, con picos del 75% en el NOA y del 88% en Formosa. Los trabajadores de la salud son parte de la catástrofe: en Chaco, un 50% está con dengue.
En mayo, cuando baje la temperatura, la epidemia parecerá ceder porque los mosquitos mueren. Es lo que está esperando el gobierno. Pero los epidemiólogos afirman que entonces "el dengue se pone más peligroso" porque millones de huevos y larvas sobrevivirán en latencia y, llegada la primavera, habrá una nueva epidemia, geométricamente mayor.
¿Enfrentamos una fuerza indoblegable de la naturaleza? No. Enfrentamos un problema social y político. Las asambleas de vecinos pueden implementar un programa de acción que corte la cadena que sustenta la enfermedad, exigiendo recursos para combatir la epidemia, como ya hizo el pueblo de Orán. Organizar brigadas populares para desmalezamiento, descacharrización y fumigación integradas por desocupados que se integren a la planta municipal. Triplicación del presupuesto de salud y educación. Prohibición de desmonte y urgente plan de reforestación. Expropiación del gran capital agrario. Plan nacional de viviendas populares y de tendidos sanitarios, financiado con impuestos al gran capital. Para terminar con la epidemia del dengue hay que terminar con los gobiernos del dengue, con la clase social que destruye el medio ambiente a costa de la vida del pueblo. Contra la catástrofe capitalista, construyamos nuestra propia salida.
Olga Cristóbal

Monocultivo de soja: El peor de todos

El monocultivo (la no rotación de cultivos en el suelo) provoca una adaptación de las plagas a los cultivos. En líneas generales, los monocultivos generan una disminución de la materia orgánica. Esto lleva en el mediano plazo a un agotamiento de los suelos y a su inutilización por grandes períodos. El monocultivo de eucaliptus, explotado para la industria papelera, genera impresionantes sequías por la cantidad de agua que absorben estos árboles. Su opuesto, la deforestación, provoca enormes inundaciones como las vistas en Tartagal.
Básicamente, cualquier monocultivo tiene alcances negativos. "En el caso de la agricultura, la especialización, en general, se traduce en un mayor requerimiento de insumos y en ciertos desequilibrios ecológicos, por ejemplo, mayor presión de plagas, incidencia de enfermedades (...) mayor riesgo por contaminación con plaguicidas, etc." ("Impacto del Monocultivo de Soja", Inta).
Los especialitas en el tema ligados a los empresarios del campo opinan que "armar una estrategia de rotaciones que contemple los mejores conceptos agronómicos, se aleja de la realidad" (López Anido, asesor en el norte en Clarín Rural, 28/3) y concluyen en el mismo sentido: "Está claro que el monocultivo de soja no es la mejor estrategia aunque en estas circunstancias será (...) la única disponible" (ídem).
En estas afirmaciones existe poco de análisis sobre las verdaderas consecuencias de este negocio que nadie se anima a abandonar, ya que con retenciones o sin ellas sigue otorgando rentas inmensas.
Algunos datos para comprender el desastre del monocultivo de la soja:
Una investigación del Inta del año 2001 sobre el impacto de la soja analiza algunas variables importantes a tener en cuenta: la disminución de materia orgánica, el consumo de agua y su rendimiento. En el primer caso, la disminución de materia orgánica es siete veces mayor en los monocultivos de soja que en aquellos cultivos en los que se rota con sorgo (14.000 contra 2.000 kg/ha, en el período 83/94). Detrás de la soja, se ubica el monocultivo de maní y le sigue el girasol con un desperdicio de 6.000 kg/ha en sus monocultivos, en el mismo período. Respecto al consumo de agua, el estudio analiza que, con casi la misma cantidad de agua consumida (500 mm como promedio de las campañas 96/97 y 98/99), el rendimiento de la soja monocultivada es de 2.760 kg/ha mientras que si se rota con maíz el mismo sería de 3.478 kg/ha. Otro dato arroja que, en un promedio de cinco campañas (91/92 95/96), la rotación con sorgo aumenta en un 32% el rendimiento de la soja. "El alarmante aumento de los problemas sanitarios en el cultivo de la soja se debe en gran medida a la falta de rotaciones de cultivos; también es escasa la diversificación de cultivares en la región pampeana central. Si los productores, técnicos e investigadores no toman conciencia y brindan soluciones a éstos problemas, las pérdidas producidas por enfermedades continuarán siendo cada vez más graves" ("Enfermedades de la Soja", Revista Idia XXI, dic. 2002)
Los empresarios del campo conocen estos datos mejor que nadie y analizan que si la soja ronda los 910 pesos la tonelada (7,7% más que hace un año), el sorgo 320 pesos (27,27% menos que el mismo período de 2008) y el maíz 400 pesos por tonelada (23,37% menos que el año anterior), las charlas sobre las rotaciones quedan automáticamente fuera de las discusiones. Sencillamente, la planificación del suelo va en sentido contrario con sus aspiraciones de rentas extraordinarias. Todo se trata en extraerle a un bien que debería ser público lo mayor posible, ahora.
Para los patrones del agro, la soja se convirtió hace tiempo en un bien demasiado preciado. El monocultivo de la soja que sufre las consecuencias de las plagas tiene su dios protector, Monsanto, que se encarga de modificar la soja para que resista cada vez más los agrotóxicos. Según el ex-presidente de Prosoja, "las perspectivas sobre los nuevos eventos transgénicos son amplias, resistencia a las plagas (...) pero por el momento no se observa un elemento tan potente como la resistencia al glifosato" (Revista Idia XXI, dic. 2002).
La toxicidad de los suelos impide la realización de cualquier tipo de cultivo posterior, incluso el de la propia soja.
Los procesos de rotación de cultivos tal cual están pensados están muy lejos de solucionar los verdaderos problemas de los trabajadores del campo, pero sobre todas las cosas jamás serán impulsados por los patrones agrarios. El capitalismo es la esencia de este modelo perverso del campo. La planificación social de los suelos, su optimización con criterios ecológicos, económicos y sociales sólo puede ser impulsado por sus trabajadores.
Sin dudas, los intereses de este sector de la burguesía les impiden contemplar las consecuencias sociales y productivas del monocultivo de la soja. Porque si bien la soja resiste el glifosato, no ocurre lo mismo con los trabajadores del campo que mueren de cáncer por el contacto directo o por la contaminación de las napas con los agrotóxicos. También existe una tasa de mortalidad al nacer, abortos espontáneos y malformaciones en constante crecimiento a causa de la utilización de estos productos. La patronal agraria es la principal empleadora en negro y con regímenes de máxima flexibilización.
Por eso planteamos la nacionalización del comercio exterior, de los monopolios de insumos, de la banca y de los monopolios procesadores de los productos del campo, la expropiación sin pago de las grandes propiedades y el gran capital agrario, facilitando su explotación pública bajo el control de los trabajadores del campo. Por la derogación del estatuto del peón rural, que el regimen de salario sea discutido en asambleas de base. Por un plan de producción agropecuaria que garantice la alimentación del pueblo trabajador y preserve los recursos naturales.
Cecilia Pastela

La Corte suspende los desmontes en Salta

Urtubey acusa recibo
Ante el pedido de comunidades originarias, la Corte Suprema decidió ordenar la suspensión de los desmontes en los departamentos salteños de Orán, San Martín, Rivadavia y Santa Victoria. Asimismo, ordenó que se realice un estudio de impacto ambiental para ver qué efecto tienen la totalidad de los desmontes o los que tendría la habilitación de más desmontes.
El 1º de abril, en el discurso inaugural de sesiones ordinarias de la Legislatura salteña, Urtubey acusó recibo. Reivindicó su ley de ordenamiento territorial hecha a la medida de los sojeros. El fiscal salteño presentó un escrito pidiendo se revea la medida en defensa de la "autonomía" provincial.
La medida no deja de ser una conquista para las comunidades originarias y les da un tiempo importante para avanzar en su lucha por las tierras. Lo mismo vale para los campesinos criollos.
Sin embargo, puede ser una traba si las comunidades abandonan la lucha con expectativas de que esta suspensión sea permanente, o que dé garantías de no ser desalojados por los terratenientes. Es importante señalar esto ya que hay una tendencia a orientar la lucha sólo por la vía legal. En este cuadro está la Universidad Nacional de Salta, que pidió la nulidad de la ley de ordenamiento territorial. El ministro de Ambiente y la Secretaría de Políticas Ambientales son de la universidad, como varios funcionarios del gobierno. Por eso las denuncias de la UNSa no buscan polemizar con el gobierno, tal cual lo dijo su rectora al presentar un estudio que anunciaba en 2006 la posibilidad de un alud en Tartagal.
La medida de la Corte tiene otro límite importante: no incluye al departamento de Anta, que es uno de los más afectados y donde la concentración de tierras y privatización de lotes fiscales hace punta. Es probable que las propias comunidades no hayan incluido este departamento en su reclamo, ya que la presencia de comunidades originarias en el lugar es escasa.
También debemos señalar que es muy probable que el fallo sólo se limite a las autorizaciones de desmontes con fines agropecuarios y no incluya a la explotación petrolera, que es claramente la responsable del alud de Tartagal.
El tiempo que brinda la suspensión de los desmontes debe servir para reforzar la lucha de las comunidades originarias, los campesinos criollos, pequeños productores, organizaciones ambientalistas y también del pueblo de Orán y San Martín. Porque la lucha no es sólo por los desmontes, sino también por el derecho a la tierra contra los terratenientes y el Estado y, en el caso de Orán, contra el monocultivo del azúcar que quiere imponer Tabacal, destruyendo miles de hectáreas plantadas con cítricos y hortalizas. Este hecho provocará un impacto brutal, ya que dejará a miles de trabajadores en la calle.
Aprovechemos este tiempo para impulsar la convocatoria de un congreso de indígena, campesino y obrero, que discuta de manera común un programa y una acción práctica de lucha.
Pablo López

MARCHA DEL 12 A LAS 12: JORNADA NACIONAL DE LUCHA AMBIENTAL CONTRA EL SAQUEO Y LA DEPREDACIÓN CAPITALISTA

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