“Si el planeta fuese un banco, ya lo habrían salvado”

El fracaso anunciado de la cumbre de Copenhague

La denuncia coreada en las calles de la capital danesa, en las manifestaciones que se sucedieron durante varios días a pesar de la represión policial, demostró toda su agudeza. Aunque fue extendida una jornada más, en el afán desesperado por alcanzar algún acuerdo respetable, la cumbre de Copenhague, que debía “salvar al mundo”, terminó en un sonoro fracaso luego de semanas de discusiones vanas.

De no haberse reproducido por todos los diarios de mundo, la imagen sería difícil de creer. Es el viernes 18, último día de una conferencia que está naufragando. El premio Nobel de la paz Barak Obama se tiene que colar en una reunión organizada a sus espaldas –entre los jefes de Estado de China, Brasil, India y Sudáfrica– para realizar un último intento de evitar un papelón mayúsculo.
La cumbre de las Naciones Unidas sobre el cambio climático terminó así, a pesar de las expectativas generadas, con un resumen de buenas intenciones no vinculante. A pesar de reconocer el planteo de los científicos de que hay que evitar que el aumento de la temperatura global crezca más de 2°C a fin de siglo, no contiene cifras sobre los compromisos de reducción de gases contaminantes y ni siquiera especifica el acuerdo que había sido consensuado de recortar las emisiones en un 50% para 2050.

Las únicas cifras mencionadas son los compromisos financieros simbólicos para que los países “atrasados” reduzcan su contaminación, de 10.000 millones de dólares anuales hasta 2012. Desde 2020 se concretará un fondo de 100.000 millones de dólares contra los más de 300 mil millones de dólares anuales que países como China o Brasil reclaman como un mínimo necesario. De todas formas, no se sabe quién aportará el dinero, cómo se repartirá y quién lo administrará (Financial Times, 20/12). Finalmente, no se abordó de ninguna manera la innovación tecnológica necesaria para enfrentar el calentamiento global.
En síntesis, el acuerdo no contiene medidas para reducir las emisiones en los países en desarrollo y es una gran concesión a las industrias contaminantes que ahora tienen licencia para continuar emitiendo gases de efecto invernadero.
Las razones
La cumbre puso al descubierto las disputas interimperialistas, agravadas por la crisis capitalista mundial. Ninguna de las potencias planteó una reducción significativa de las emisiones contaminantes y, además, condicionaron sus magras propuestas a la aceptación de condiciones de los otros participantes. Así, China y los países más pobres pedían un mayor aporte de dinero por parte de los países imperialistas, mientras Estados Unidos exigía un monitoreo externo de las emisiones de los países “en desarrollo” y la Unión Europea condicionaba su propuesta de reducir un 30% sus emisiones a la aceptación de estas metas por parte de los otros países imperialistas.
El primer borrador del documento final anticipaba que a los países ricos se les asignaría una cuota de 2,67 de toneladas per cápita de emisión de gases para 2050 y 1,44 toneladas para los menos desarrollados. En las actuales circunstancias, cortar las emisiones de gases en los países subdesarrollados implica que éstos renuncien a su crecimiento económico y social, imponiéndole un límite al crecimiento, por eso la publicidad de esta intención provocó una de las primeras crisis de la cumbre. De todas formas, al final no se acordó nada concreto. Se entiende: nadie quiere dar ventajas a sus competidores.
El capitalismo ha llevado la competencia hasta su extremo, hasta otro bien escaso y preciado: una porción de la atmósfera. Como todo bien limitado y escaso, tiene valor económico. Y la atmósfera se mensura por su capacidad de absorber carbono. Se trata de un tesoro que algunos papers cotizan en un trillón de dólares. De ahí se puede estimar el extraordinario precio del paquete que está en juego y que tiene en el llamado “mercado de carbono” su principal instrumento. Esta es la solución preferida por las grandes corporaciones y la comunidad financiera y que, sin embargo, con el fracaso de la cumbre hoy está en crisis.
Mientras tanto, en las calles de Copenhague, decenas de miles de manifestantes se movilizaron durante los días de la cumbre. En la más masiva, el sábado 12, 100.000 personas marcharon para reclamar un acuerdo para reducir los gases de efecto invernadero. Las manifestaciones fueron reprimidas por un enorme operativo de seguridad que contó con nuevas leyes aprobadas ex profeso hace mes y que dan amplias atribuciones a la policía, que incluyen la detención administrativa de tipo preventivo de hasta doce horas, la que se aplicó a rajatabla contra manifestantes y transeúntes, por lo que resultaron detenidas unas 1.500 personas en una semana.
Caos y disputas adentro, movilización y represión afuera: “uno de los peores papelones diplomáticos de la historia”. No era posible esperar otro final.


Pablo Rabey

MARCHA DEL 12 A LAS 12: JORNADA NACIONAL DE LUCHA AMBIENTAL CONTRA EL SAQUEO Y LA DEPREDACIÓN CAPITALISTA

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