EL FRACASO DE LA
CUMBRE DE COPENHAGUE
Medio ambiente y capitalismo
Cuando parecía que la Cumbre de las Naciones Unidas sobre el cambio climático iba a terminar en un fracaso de proporciones, y sin ningún acuerdo concreto, Estados Unidos y China se sumaron al festival de promesas ecologistas, prometiendo reducir drásticamente sus emisiones de gases de efecto invernadero. Se trata de una farsa. Estados Unidos nunca cumplió los acuerdos anteriores (que de hecho se negó a firmar) y ahora, en realidad, propone reducir sólo en un 4% sus emisiones respecto de 1990. China se comprometió a bajar la intensidad carbónica (por unidad adicional de PBI) de sus emisiones, pero no a reducir su nivel global. En cualquier caso, no sólo no habrá ningún acuerdo vinculante ni compromisos concretos para evitar la escalada en el calentamiento global del planeta; lo que se discute está dominado por los lobbies capitalistas que se enfrentan en torno de la cuestión.
La cumbre de Copenhague, que se reune entre el 7 y el 18 de este mes con representantes de 192 países, debía procurar un acuerdo para reemplazar el protocolo vigente, firmado en Kioto en 1997. Pero ya este tratado había sido un fracaso mayúsculo, y no sólo porque Estados Unidos se negó a suscribirlo. Para alcanzar la meta propuesta de reducción de emisión de gases, el tratado estableció los llamados “bonos verdes”, que comenzaron a circular algún tiempo atrás.
Cada bono verde (o crédito de carbono o certificado de reducción de emisiones) se emite por tonelada de gases efecto invernadero que se evita liberar a la atmósfera. En lugar de reducir las emisiones, que pueden cambiar de un lugar a otro a cambio de una tarifa, crecía entonces un gran negociado financiero, con bancos que colocan títulos y cobran comisiones. Doce años después, las emisiones de dióxido de carbono de la industriay el transporte, más la deforestación, responsables del calentamiento de la atmósfera, no sólo no se han reducido sino que se han incrementado dramáticamente desde 2002, y nos acercamos al triple de la media anual de los noventa (El País, 15/11).
Negocios son negocios
Aun así, el objetivo declarado de la cumbre de diciembre, es llegar a un acuerdo para reducir drásticamente el nivel de emisiones de gases de efecto invernadero y establecer subsidios con el mismo fin para los países más “pobres”. Estados Unidos y China, responsables del 40% de las emisiones, se niegan a firmar un acuerdo vinculante, tanto sobre la reducción de emisiones de gases, como sobre el dinero que tendrían que aportar para poner en marcha un nuevo protocolo (Financial Times, 17/11). El “éxito” de la Conferencia se verá reducido a algunas promesas declamativas y, de aprobarse la propuesta de Obama, a un aporte por parte de las naciones ricas de apenas 10 mil millones de dólares anuales, cuando el cálculo inicial era que serían necesarios de 50 a 100 mil millones de dólares anuales (Wall Street Journal, 5/12). Una verdadera limosna, además, si se tienen en cuenta los billones (sí, billones) destinados al salvataje del capital en bancarrota.
Para el capitalismo no se trata de un problema ambiental, sino de ganancias. Para los pulpos petroleros, la crisis energética es una oportunidad: si no hay consenso sobre un cambio en la matriz energética mundial, se especula con que el barril del petróleo podría duplicar su precio en veinte años (El Cronista, 16/11). El “ecologismo” de los europeos tampoco es inocente: mientras Estados Unidos y China se basan principalmente en el uso de combustibles fósiles, Alemania ya avanzó en el uso de biocombustibles y reactivaría la producción de energía nuclear, acusadas ambas de ser tan contaminantes como las variantes que pretenden sustituir. Detrás de las divergencias entre Obama y los europeos, asoma una descomunal pelea acerca de qué grupos y qué ramas económicas serán las beneficiadas con las políticas que están en marcha para combatir el calentamiento global. Los yanquis tienen también una pata puesta en el bionegocio, que incluye la devastación del Amazonas para la producción bioenergética y el uso de cultivos alimentarios.
¿Una “crisis civilizatoria”?
El nivel de los negocios involucrados es tal que hasta ha opacado la naturaleza científica de la discusión. En las vísperas de la conferencia, se divulgaron correos electrónicos de expertos en calentamiento, hackeados de sus cuentas, que revelaron abusos y manipulaciones por parte de especialistas (Wall Street Journal, 1, 2 y 3/12), y fueron utilizados para poner en duda la conclusión de que, con el ritmo actual de cambio climático, la desertificación del planeta en 2025 llegará a casi un 70%, amenazando la seguridad alimentaria mundial porque las regiones áridas se volverían más secas, el aumento de los mares inundaría las zonas costeras, el deshielo de los glaciares anegaría las comunidades río abajo, se secarían las reservas de agua y hasta el 30% de todas las especies vegetales y animales podría desaparecer. Para impedir que se llegue a un cambio climático con consecuencias catastróficas, los científicos y las organizaciones ecologistas advierten que los países industrializados deberían reducir un 40% sus emisiones de gases de efecto invernadero antes de 2020, respecto de los niveles de 1990 (copenhagendiagnosis.com, 25/11). Bastante más que las promesas que se están haciendo en estos días.
La realidad del calentamiento global, y la imposibilidad de que se llegue a un acuerdo entre los países capitalistas, ha llevado a que se plantee que estamos ante el borde de una crisis civilizatoria, provocada por una suerte de “exceso” productivo e industrializador. La solución sería entonces detener el desarrollo de las fuerzas productivas, no de las fuerzas destructivas del capital en la época de su agotamiento histórico.
Y esto, cuando ya existen las condiciones científicas y técnicas para evitar la destrucción del medio ambiente mediante el desarrollo de técnicas de conservación de la energía y de mejora de la eficiencia energética, junto con tecnologías de energías limpias (eólica, solar, biomasa, etc). Los científicos hasta han calculado su costo económico: se requeriría el mismo nivel de inversiones que hoy se destina a la investigación en energía nuclear o por el uso de combustibles fósiles, unos 10 billones de dólares durante las próximas décadas (El Cronista, 16/11). Las conclusiones de los científicos, por más intergubernamentales que sean, no llevan a ningún resultado práctico. El fracaso de las sucesivas “cumbres” intergubernamentales no es casual: en el cuadro de la decadencia capitalista, cuando los capitales buscan desesperadamente evitar la caída de su tasa de beneficio, las rivalidades entre los monopolios capitalistas y entre sus Estados impiden cualquier acción conjunta. La resolución de los problemas ambientales requiere de una acción concertada y planificada del conjunto de la humanidad, pero el mercado es el reino de la anarquía en la búsqueda de ganancias y opuesto a una asignación racional de recursos.
Las cuestiones del medio ambiente muestran los límites que el propio capital encuentra a su desenvolvimiento, transformándose en una fuerza destructiva que amenaza a la humanidad. Más que un problema “técnico”, la crisis climática pone en cuestión la organización misma de la sociedad; junto con la crisis alimentaria mundial, es un aspecto más de la decadencia del capitalismo que toma ahora la forma de una crisis de alcance planetario. El avance de la ciencia posibilita el desarrollo de las fuerzas productivas en forma ecológicamente sustentable; pero, para ello, los trabajadores del mundo deben tomar la palabra.
Pablo Rabey
MARCHA AMBIENTAL
A PLAZA DE MAYO
12/12, a las 12,
Jornada nacional de lucha
El 12 de diciembre del año 2006 se realizó en nuestro país la primera marcha ambiental nacional y, ante el recrudecimiento de la situación, un conjunto de organizaciones que nuclean asambleas ambientales, agrupaciones barriales y sindicatos están organizando este evento.
También se cumplen tres años del corte del Puente Internacional Gualeguaychú-Fray Bentos, que valerosamente sostiene la Asamblea Ciudadana Ambiental.
En la Cordillera de los Andes se desarrolla una expoliación por parte de emprendimientos multinacionales que se llevan todo tipo de metales preciosos sin siquiera pagar impuestos. También se observa una destrucción sistemática del bosque nativo para destinar la superficie a plantaciones de soja, con la consiguiente erosión del suelo y su consecuencia inmediata: inundaciones y aludes.
Estos dos aspectos de la expoliación capitalista forman parte de la gestión gubernamental, que se puso en evidencia con el veto a la Ley de Protección de los Glaciares hace un año y con la no aplicación de la Ley de Bosques sancionada hace dos años. Esta política anti-ambiental se manifiesta también en la inoperancia de la Acumar (ente tripartito de la Cuenca Matanza Riachuelo). Esta institución, presidida por el gobierno nacional, se creó para dar cumplimiento al fallo de la Corte Suprema de Justicia que ordenaba el saneamiento de la Cuenca. Transcurridos más de tres años, la situación del Riachuelo y de las familias que viven en sus márgenes ha ido empeorando. Los controles a la industria y las obras prometidas no se llevan a cabo, a pesar del préstamo de 700 millones de dólares otorgado por el Banco Mundial.
No obstante, ya se están pagando intereses y punitorios derivados de la falta de ejecución.
Intercuencas, Apevu, Queremos Buenos Aires, la Asamblea de Gualeguaychú, la Asociación Gremial Docente de UBA, la Federación Universitaria de Buenos Aires y otras entidades participan del Comité de Organización de la Marcha Ambiental.
El 12 de diciembre, a las 12 horas, avanzaremos en caravanas desde cuatro puntos del conurbano hacia la Plaza de Mayo con el lema “Basta de saqueo y de contaminación”.
Tribuna Ambiental
El capitalismo, sus partidos
y las inundaciones
Los fenómenos climáticos se profundizan con el modelo capitalista que engendra consecuencias climatológicas y cambios que sufren sobre todo, los pobres. Ni el gobierno nacional ni los provinciales hicieron nada para prepararse para las inundaciones, sequías y los incendios forestales. Todos, peronistas, radicales, socialistas y otros partidos del régimen, sólo piensan en proyectos con mayores utilidades mientras que los teóricos y ensayistas ecologistas, partidos 'verdes' y ONGs como Greenpeace se rindieron a los principios del capitalismo. (En realidad, nunca desearon algo diferente de una especie de 'lobby de la naturaleza'.)
La economía de la industria y del mercado lleva a la intensificación de los temporales, que con varias orillas de los ríos convertidas en lugares de comerciom recreación y viviendas para ricosM y con los ríos 'rectificados', dragados y transformados en 'autopistas de agua', llegamos a las inundaciones, siendo los más afectados los trabajadores que viven en las orillas. En este sistema capitalista, las catástrofes naturales están contempladas en los sistemas de seguros de unos pocos.
Es una ilusión creer que la economía industrial vaya a renegar de su propio principio. El capitalismo considera a la naturaleza y al clima sólo un 'lujo', el primero en ser recortado.
Es cada vez más evidente: la crisis económica y la destrucción ecológica se entrelazan en una catástrofe global única.
Los capitalistas sólo tienen un objetivo: reducir costos, despidiendo obreros o explotándolos, ahorrando en seguridad en el trabajo, en el mantenimiento de diques, de aviones, economizando en los procesos que finalmente producen la contaminación ambiental.
Es claro que las universidades son socias de este capitalismo depredador. En vez de aceptar fondos del YMAD para transformarse en cómplices de la contaminación que producen, deberían realizar investigaciones a favor de los trabajadores y sus familias, aportando a las autoridades de cada provincia los conocimientos tecnológicos necesarios para la prevención de inundaciones, sequías o, de no poder evitarlo, remediar sus efectos. Claro que para esto, el gobierno tendría que destinar fondos no sólo para la investigación sino también en obras públicas, lo que no está dispuesto a hacer porque para los Kirchner "no es negocio".
Falsas soluciones, como el mercado de carbono, los agrocombustibles, las hidroeléctricas y la energía nuclear, están siendo cada vez más promovidas. Los que más contaminan no están interesados en cumplir con los pocos compromisos asumidos. Además, las propuestas presentadas por estos países priorizan mecanismos de mitigación y adaptación evitando provocar reducciones reales en las emisiones y abren el camino para más negocios. Uno de los líderes de este proceso es el Banco Mundial, que ha sido uno de los mayores financiadores de grandes hidroeléctricas, termoeléctricas, agronegocios, proyectos de combustibles fósiles y la privatización del sector de energía; todos los que, de una forma u otra, contribuyen al calentamiento global. El Banco Mundial continúa proclamando su preocupación en torno al cambio climático y lidera el lucrativo mercado internacional de carbono. En julio de 2008, el Banco Mundial administraba diez diferentes fondos globales que totalizaban más de 2 mil millones de dólares, en nombre de 16 gobiernos y 64 empresas privadas, con un ganancia del 13% sobre cada transacción. Ahora será el administrador de más de 50 mil millones de dólares, este valor será destinado a los países del sur para que se adapten al cambio climático. Es decir, más deuda externa ilegítima, más condicionalidades, más ganancia para las transnacionales del mercado.
En el fondo, la única solución real es atacar las causas estructurales del cambio climático.Mientras tanto, los trabajadores estamos padeciendo las siete plagas argentinas: 1) inundaciones; 2) sequía; 3) aumento de enfermedades; 4) desnutrición; 5) desocupación; 6) despidos, y la peor: 7) la política de los Kirchner y sus aliados que continúan haciendo "sus negocios" en nombre del las inversiones que vendrán (donando 6 millones de dólares para el Rally Dakar 2010). Mientras tanto, 2,5 millones argentinos están padeciendo el mal de Chagas y no hay ningún interés, ni terminar con la pobreza, ni tampoco en desarrollar vacunas y medicación por parte de la industria farmacéutica, porque no hay quien la pueda comprar. Mientras tanto, hay miles de evacuados esperando soluciones que no llegarán de la mano de ningún gobierno dentro del capitalismo.
Tribuna Ambiental convoca a todos los trabajadores a la Marcha Nacional Contra la Contaminación y el Saqueo, el 12 de diciembre a las 12 horas, en caravanas provenientes de zona norte, este y oeste de la provincia de Buenos Aires para culminar en Plaza de Mayo, porque en la casa de gobierno están los principales responsables de la depredación ambiental y laboral.
Viviana Puccio 3/12/09
¡No a los fondos
de la contaminación!
El pasado sábado 28 de diciembre los compañeros de la UJS-PO de la Universidad Nacional de Quilmas nos hemos hecho presentes en la asamblea universitaria para repudiar los fondos de La Alumbrera, por el aumento del presupuesto y el financiamiento único estatal de la educación pública. Por no tener representantes estudiantiles propios, se nos negó la palabra ‘democráticamente’, votando contra la voz de nuestros compañeros. Esta denuncia forma parte de nuestro eje político dentro de la universidad, desarrollada con especial esfuerzo durante las últimas elecciones, siendo la única agrupación que ha logrado instalar este debate, ahora desnudando en la acción el carácter antidemocrático del gobierno universitario.
Hemos lanzado una campaña de agitación, volantes y una juntada de firmas contra la minería contaminante, para asistir masivamente a la próxima reunión de consejo superior el 23 de diciembre, por una educación al servicio de los trabajadores y no de los capitalistas.
MEC (Quilmes) 3/12/09