Clarín sojero contra el "parlamentarismo ecológico"
Deforestación y la ‘mala prensa’
Clarín Rural (14/2) y Canal Rural, dos voceros muy importantes de los intereses sojeros en el país, han gastado muchas palabras en tratar de explicar cómo la soja no tiene nada que ver con la deforestación y, principalmente, que ésta no tuvo responsabilidad en la tragedia de Tartagal.
El responsable de Clarín Rural, Héctor Huergo, y la dueña de vastas tierras en el Departamento de San Martín en Salta, Graciela Lena, tratan de deslindar responsabilidades sobre la tragedia; plantean que la soja no tuvo nada que ver con la deforestación en las cuencas alta y media del río Tartagal y para ello dan una batería de argumentos, sintetizados en que no hubo deforestación, que las imágenes muestran un monte compacto y que como es terreno con pendiente el cultivo allí no se practica.
Se muestran como víctimas de una campaña de los ‘fundamentalistas ecológicos' que niegan el desarrollo para la zona impidiendo la deforestación, desoyendo los consejos de técnicos (aunque nunca citan a ninguno). Concluyen que "la opinión científica no está entre los temas de interés de los activistas del fin del mundo y que cualquier desastre natural es una buena oportunidad para dar el alerta. Vergonzosamente se aprovecha la catástrofe para dibujar una historia falaz y distorsionada" ("Nos han declarado la guerra", por Graciela Lena, en Clarín Rural, 14/2).
Huergo comenta: "Desde los albores de la historia, la agricultura gozó de mala prensa. Rómulo fundó Roma y la circundó con un arado: ergo, era agricultor. Remo, su hermano mellizo amamantado por la misma loba, lo desafió cruzando con sus ovejas. Era pastor nómade. Rómulo lo mató. La agricultura funda ciudades. Es el progreso. La soja, pobrecita, es simplemente la que lo representa".
¿Qué hay de cierto en todo esto?
Las imágenes muestran una cobertura arbórea en el área, lo cual no significa que no haya habido deforestación; los bosques están totalmente degradados. ¿Qué significa? Que han sufrido por años la extracción de las principales especies componentes, se han ido deteriorando y disminuyendo su capacidad de control de escorrentías, por más que a los ojos de alguien que no quiere ver, intente mostrar un monte compacto. Un informe elaborado por los ingenieros Claudio Cabral y Gloria Plaza, de la Unsa: "Diagnóstico y Evaluación de la cuenca del Río Tartagal y área de influencia", publicado en 2006, ya alertaba sobre el riesgo de que volvieran a repetirse catástrofes en Tartagal. Planteaba que en la cuenca alta del río Tartagal "la cobertura vegetal ha sido alterada y modificada", lo que había favorecido la erosión y los daños severos que se produjeron a fines de 2005 y principios de 2006 y que se repitieron en los comienzos del presente febrero. Aportaba también que entre 1984 y 2006, la superficie deforestada dedicada a urbanización y a plantaciones forestales se mantenía igual, pero que la superficie dedicada a practicas agrícolas y ganaderas pasó de 70.129,2 hectáreas a 251.277,6 o sea 181.148,4 hectáreas deforestadas para uso agropecuario.
En la alta cuenca, es cierto, no se hace soja; las prospecciones petroleras, con la construcción de caminos son altamente destructoras, no sólo deforestando, sino modificando las condiciones de los suelos, tornándolos proclives a desmoronamientos, que en presencia de precipitaciones pueden causar aludes. El robo de madera de ley, de elevados valores, también aporta en este sentido y por ende es otra de las principales causas de la deforestación o de la degradación de esos bosques.
Nada de "desastre natural": las petroleras, los madereros furtivos con la anuencia de los gobiernos nacional, provincial y municipal, son los causantes de la deforestación y por ende de la tragedia de Tartagal.
En el ambiente forestal es muy conocida una frase que a principios del siglo pasado dijera F. R. Chateaubriand: "Los bosques preceden a los pueblos; los desiertos los persiguen". Los bosques han estado durante miles de años albergando muchos pobladores (comunidades indígenas y pequeños productores criollos), que hoy pelean por permanecer.
El "desarrollo" que pregonan estos escribas de la patria sojera, de la mano de la deforestación, trae desiertos verdes con expulsión de pobladores, como ocurre en toda la pampa húmeda. Y es cierto que fundan ciudades que traen el progreso, como lo prueba que la mayoría de los expulsados del campo pueblan las villas carenciadas de los alrededores de las grandes urbes.
Raúl Stevani
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